El silencio en la sala de conferencias de la Familia Thornton se sentía como un peso físico que presionaba a todos los presentes. La sangre goteaba de la mano del Tío Armando, cada gota golpeando la pulida mesa de caoba con un suave golpecito que resonaba en la quietud.
Antes de que Víctor pudiera responder a la advertencia de su hermano, las enormes puertas dobles al final de la sala se abrieron de par en par. Todas las cabezas se giraron cuando el Tío Shane Thornton entró a zancadas, su presencia inmediatamente captando la atención.
—Basta de estas disputas infantiles —anunció Shane, su voz resonando sin esfuerzo por toda la sala.
Había escuchado rumores sobre Shane Thornton durante mi tiempo en Ciudad Veridia. A diferencia de la mayoría de los miembros de su familia que alardeaban de su estatus, él raramente aparecía en público. Las pocas veces que lo hacía, los problemas le seguían.
Víctor se levantó de su asiento, con el rostro enrojecido.