—¿Solo ustedes dos? ¿Un Maestro de Fuerza Interior y un recién ascendido Gran Maestro? —Adrián sacudió la cabeza con desprecio e incredulidad—. ¿De verdad creen que tienen alguna posibilidad contra mí?
Sentí mi poder corriendo por mis venas, una furia tranquila creciendo dentro de mí.
—Te sorprendería lo que soy capaz de hacer cuando alguien que me importa está en peligro.
Los ojos de Adrián se estrecharon mientras preparaba otro ataque. Detrás de él, Conrad seguía trabajando en las cadenas de Clara, sus dedos moviéndose frenéticamente contra las antiguas cerraduras.
Una explosión de energía oscura brotó de las palmas de Adrián, precipitándose hacia mí como una nube de tormenta. La enfrenté directamente, mi espada de bronce cortando a través de la oscuridad, dispersando la mayor parte. La energía restante se estrelló contra mí, haciéndome retroceder deslizándome.
—¡Liam! —llamó la débil voz de Clara.