Sentí el peso de la mirada del anciano mientras me estudiaba desde el otro lado del patio. Algo en sus ojos me provocó un escalofrío en la espalda—reconocimiento, pero no de mí. De alguien más.
—El Rey de Eldoria es ciertamente prepotente —repitió, dando un paso medido hacia adelante.
El cuerpo de Conrad se tensó a mi lado. —Anciano Whitlock —susurró, con voz tensa de alarma—. Adrian Whitlock.
El nombre no significaba nada para mí, pero la reacción de Conrad me dijo todo lo que necesitaba saber. Este hombre era peligroso—excepcionalmente peligroso.
—Me conoces —reconoció Adrián con un ligero asentimiento hacia Conrad—. Pero dudo que tu nuevo maestro lo haga.
Mantuve mi expresión neutral. —¿Debería?
Una delgada sonrisa se formó en el rostro curtido de Adrián. —No. Pero sé de ti, Liam Knight. Tu reputación ha esparcido... interesantes susurros.