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En el momento en que nuestros puños conectaron, sentí la clara sacudida del impacto subir por mi brazo. No era doloroso —más bien como un suave recordatorio del contacto.
La expresión de Ralph cambió de confianza a confusión, y luego a horror en el espacio de un latido.
No había utilizado ninguna técnica de Fuerza Interior. Sin formaciones especiales ni maniobras complicadas. Solo fuerza física pura —amplificada por el poder de mi núcleo interno.
—Imposible —susurró Ralph, sus ojos abriéndose mientras se daba cuenta de lo que estaba sucediendo.
El impacto lo lanzó hacia atrás como una bala de cañón. Su cuerpo voló a través del campo de entrenamiento, pasando por encima de las cabezas de los espectadores atónitos antes de estrellarse contra las gradas. Aterrizó con un golpe nauseabundo, directamente a los pies del Anciano Ignazio Bellweather.