Contemplé asombrado la imponente villa de la familia Ashworth mientras nuestro vehículo se acercaba. No era solo una casa—era una declaración de poder, un monumento a generaciones de riqueza e influencia. Columnas de mármol se elevaban hacia el cielo, sosteniendo elaborados balcones que daban a jardines meticulosamente mantenidos donde fuentes rociaban agua cristalina en el aire.
—Ya llegamos —dijo Isabelle, su voz suave mientras apretaba mi mano para tranquilizarme.
Tragué saliva, tratando de mantener la compostura. —Es aún más impresionante de cerca.
Al salir del coche, inmediatamente sentí la presencia de varias auras poderosas. Los guardias posicionados estratégicamente alrededor de la entrada no eran seguridad ordinaria—eran cultivadores, algunos irradiando una fuerza comparable a la de Caspian Kane. La revelación me provocó un escalofrío en la espalda.
—Tu seguridad es... formidable —comenté, manteniendo mi voz casual a pesar de mi inquietud.