En lo profundo de un bosque, a la medianoche, una pequeña flor se agitaba tranquilamente.
Antes de ser pisada por una mujer que huía de unos hombres que la perseguían con malas intenciones.
Mientras ella huía, se podía notar al joven que llevaba sobre su espalda, el que estaba muy malherido, como si hubiera peleado ferozmente con alguien muy fuerte.
Pero aun así, una lluvia caía con fuerza, provocando que el camino se hiciera más resbaloso por el barro que comenzaba a acumularse bajo ellos.
La mujer nada más podía seguir corriendo, intentando no perder el equilibrio, mientras también trataba de perder a los hombres que los perseguían.
Pero no lo lograba, ya que tenía una pierna rota y le dificultaba aún más escapar de esos tipos.
—MUJER—
«Mierda, esos imbéciles todavía siguen tras nosotros, ¡y eso que estuve tirándoles piedras enormes y usando atajos!», dijo la mujer, frustrada por no poder perder a esos tipos.
Pero mientras todo eso pasaba, el joven en la espalda de ella nada más podía mirar impotente, ya que era más una carga que una ayuda.
—JOVEN—
«¿Por qué tiene que pasar todo esto?», pensó, con los puños apretados tan fuerte que le salía sangre. «No soy más que una carga… Hinata, perdóname por no poder protegerte». Lágrimas salían de sus ojos mientras todo empezaba a volverse borroso.
La mujer, al darse cuenta de eso, le gritó:
—MUJER—
«Toru, ¡no te desmayes, no es el…» —en ese momento, todo se volvió oscuro para el joven.
En ese momento, él flotó como polvo en su subconsciente, mientras comenzaba a revivir todo lo que ocurrió para que terminara así.
VOLVEMOS OCHO DÍAS ATRÁS PARA SABER CÓMO LLEGARON HASTA ESE PUNTO.
El sol apenas estaba saliendo, pero no se notaba por el cielo nublado, y los primeros rayos de sol entraban en una habitación que parecía algo vieja.
«Mmmm…» hizo un joven que apenas estaba despertándose.
«¿Qué hora es?», dijo mientras se sentaba y miraba a la nada, con los ojos naranja entrecerrados.
Pero antes de que pueda reaccionar, la puerta se abre con un «PUM» y entra gritando una pequeña niña de cabellos blancos y despeinados:
«Hermano, ¡despierta! Tengo hambre», dijo la pequeña con voz chillona y molesta.
Y como era obvio, el joven se sobresalta un poco, mirando a su hermana, que está parada allí con los cachetes inflados.
—JOVEN—
Se frota el ojo izquierdo.
«Esta no es hora para andar pidiendo comida, hermana», dice el joven, apenas saliendo de su cama, con cara de cansancio.
Pero su hermana hace más pucheros adorables.
—NIÑA—
Cruzando los brazos:
«Pero son las 11:00 de la mañana», dice con recriminación, «y tú acostumbras hacer el desayuno a las 8:00, hermano», añade con cara de malhumor.
Esas palabras sobresaltan al joven, quien se para rápidamente y comienza a vestirse.
—JOVEN—
«Mierda, voy a llegar tarde al trabajo», dice mientras se pone la remera, pero su pequeña hermana no parece que lo va a dejar ir fácilmente.
—NIÑA—
Cruzándose en la puerta:
«No, no, no te vas sin hacerme de comer», dice con un puchero, y bueno, el joven nada más puede hacer una leve sonrisa antes de acariciarle la cabeza.
—JOVEN—
«Bueno, Hinata, nunca dejaría a mi pequeña hermana sin comer», dice con una sonrisa cariñosa antes de ponerse una expresión algo neutral.
Se pone de pie y camina hacia la cocina, perseguido por la pequeña, quien parece haber estado esperando durante cien años.
Al llegar a la cocina, Hinata se sienta en la mesa y comienza a dibujar mientras espera que su hermano termine de cocinar.
—NIÑA—
Mirando donde está su hermano:
«Oye, Toru, ¿por qué nunca comes, hermano mío?», dice ahora con una cara de curiosidad infantil.
Y Toru, ahora con una expresión más neutral, le responde, volteándose y mostrándole una pequeña sonrisa.
—TORU—
«No te preocupes, hermana, yo no necesito comer tanto como tú, glotona», le dice antes de volver a hacer el desayuno, provocando que Hinata se ofenda por ser llamada así.
Pero mientras Hinata estaba ofendida, Toru buscaba algo para darle a su hermana.
(Pensamientos de Toru):
«¿Qué le doy? No hay casi nada para comer más que este pan duro y unos pocos sacos de té», piensa, serio pero sin dejar de mirar de reojo a Hinata, quien feliz volvió a dibujar, olvidando que estaba ofendida.
Y eso hace suspirar a Toru al ver lo rápido que olvida su pequeña hermana, pero elige no distraerse más y hacer el desayuno como pueda.
UNOS MINUTOS DESPUÉS:
Toru camina hacia Hinata, quien hizo un dibujo de ellos dos tomados de la mano.
—HINATA—
«Mira, hermano, nos dibujé a ti y a mí», dice orgullosa, como si hubiera hecho una obra de arte.
Toru, quien estaba dejando la taza de té en la mesa, miró el dibujo y mostró una pequeña sonrisa en sus labios, pero rápidamente volvió a su expresión neutral.
—TORU—
«Awww, qué bonito, Hinata», dice mientras le da una palmada en la cabeza.
Pero Hinata nada más le puede dar una sonrisa enorme antes de ver lo que hay para desayunar, y su sonrisa desaparece al verlo.
—HINATA—
Inflando los cachetes como un globo:
«¿Otra vez esto? ¿Por qué nunca puedes comprar algo rico para desayunar, hermano?», dice, algo ofendida.
Pero Toru nada más se queda mirando, ya que, mientras Hinata se queja, sigue comiéndose el pan duro con el té, haciendo que Toru piense:
—TORU—
Llevándose una mano a la frente:
«Siempre hace lo mismo… Se queja, pero igual se lo come. Nunca cambiará eso de ella», dice mientras la ve con los cachetes inflados como un hámster por meterse toda la comida en la boca.
Pero el pensamiento de Toru termina cuando Hinata, que ya terminó de comer, dice:
—HINATA—
«Bueno, Toru, ¿me vas a dejar en la casa de Mimi como todos los días?», dice mientras se pone un buzo para salir.
Y Toru nada más asiente antes de ponerse una campera y salir junto a Hinata para ir a la casa de Mimi.
Los dos salen, y el aire está muy frío, haciendo que Hinata se queje del frío que hace, pero no diga nada mientras Toru cierra la puerta de la casa, que resulta ser una cabaña.
Toru camina y mira hacia el camino de tierra que pasa por un bosque.
—TORU—
Se agacha a la altura de su hermana.
«Bueno, Hinata, no te separes de mí, ¿sí? Vamos a la casa de Mimi, y una vez que te deje allí, iré a trabajar», dice antes de volverse a parar y tomarla de la mano para irse junto a ella.
Pero no sin antes mirar su hogar, que es una pequeña cabaña vieja en el bosque. Los dos no pierden más tiempo y comienzan su camino.
Mientras los dos se alejan, se puede ver una silueta en un árbol, observando a los hermanos irse.
Fin del capítulo 1