Capítulo 8

En este momento, la llamada de Ruan Qing entró de nuevo.

Contestó con impaciencia, y del otro lado llegó una avalancha de críticas:

—Cheng Wang, ¿cómo pudiste colgarme?

—¿Dónde estás ahora? Mis hermanas todavía están esperando tu coche para tomar fotos...

Cheng Wang escuchó la voz parlanchina al otro lado, sintiendo como si sus tímpanos estuvieran a punto de estallar.

Shen Qing no tenía ese tipo de voz ruidosa; la suya era suave, dulce y clara...

Cheng Wang no pudo soportarlo más y respondió con impaciencia:

—No puedo ir hoy.

Luego colgó el teléfono.

Al colgar, apareció un mensaje:

«Hermano Wang, seré sincero contigo, Shen Qing se ha ido. Probablemente acaba de abordar el avión. No puedo decir mucho más, tendrás que manejarlo tú mismo».

La garganta de Cheng Wang se sintió seca, y se dio la vuelta para tomar un taxi, dirigiéndose hacia el aeropuerto.

En el camino, llamó al hospital, pero solo recibió la noticia de que la madre de Shen Qing había sido trasladada.