Al conocerla por primera vez, Jiang Wan era una típica joven rica.
Nunca sonreía, siempre parecía indiferente y no hablaba con nadie.
No usaba el uniforme escolar, y se decía que la ropa que vestía costaba lo suficiente para mantener a una persona normal durante un año.
Sobresalía en sus estudios, y todos los profesores la apreciaban. Se decía que había crecido en el extranjero.
No podía entender por qué alguien con un origen tan prestigioso asistiría a esta escuela ordinaria.
Pero no era tan arrogante como todos imaginaban; simplemente vivía en su pequeño mundo.
Hasta que un día, cuando el profesor de inglés me regañó por mis calificaciones, lo cual ella escuchó.
Se escondió en la puerta y se rio en secreto.
Esa sonrisa me recordó a mi madre, a quien no había visto en muchos años.
Aunque no se parecían en lo más mínimo, por alguna razón, sentí que esa sonrisa era como la de mi madre.