Justo cuando Zhao Tiezhu alcanzó el punto ciego visual donde las hermanas no podían verlo, de repente extendió su mano y le dio un firme apretón a la gran lámpara de araña de Liu Lanxiang.
Lanxiang no pudo evitar soltar un suave gemido.
—Ah~
Su grito hizo que las hermanas giraran la cabeza para mirar.
Pero Liu Lanxiang solo pudo explicarles a sus dos hijas con cara avergonzada:
—No es nada, no es nada.
—Accidentalmente me golpeé el dedo del pie hace un momento; ¡ustedes dos entren rápido!
Las hermanas entonces disiparon sus dudas y no preguntaron más.
Viendo a las tres entrar en la casa, Liu Lanxiang no pudo evitar resoplar.
—¡Hmph! ¡Este némesis!
Luego dejó de preocuparse por la habitación y en cambio continuó coquetamente cortando verdolaga con su gran y redondo trasero balanceándose.
Mientras tanto, las hermanas llevaron a Zhao Tiezhu directamente a una pequeña habitación.
Frente a esta pequeña habitación desconocida, Zhao Tiezhu estaba algo desconcertado.