Después de tomar el dinero, Zhao Tiezhu inclinó la cabeza y, aprovechando el impulso, plantó un beso grande y húmedo en la cara de Liu Man.
Inmediatamente, ella quedó con la cara cubierta de saliva.
—¡Tiezhu, eres tan asqueroso! —dijo Liu Man, haciendo una mueca de disgusto y golpeando el pecho de Zhao Tiezhu con sus pequeños puños.
Parecía estar enojada, pero en realidad era más como un coqueteo juguetón.
Zhao Tiezhu se rio a carcajadas y, extendiendo la mano, ¡le dio un fuerte apretón a los pechos de Liu Man!
—Bueno, me voy. Volveré otro día para atenderlas, chicas.
Con eso, Zhao Tiezhu salió de la casa de las hermanas.
Liu Man y Liu Na observaron cómo se alejaba la silueta de hombros anchos de Zhao Tiezhu, y de repente se imaginaron a él masajeándolas como lo había hecho antes.
No pudieron evitar sonrojarse.
Para entonces, Liu Na se había recuperado casi por completo y podía hablar.
—Hermana, ¿te estás enamorando de Tiezhu al verlo alejarse así?