Continuó comiendo distraídamente la comida que tenía delante.
Como si Qin Sulan no existiera en absoluto.
El comportamiento de Zhao Tiezhu enfureció a Qin Sulan nuevamente.
La sensación de golpear en algodón hacía que Qin Sulan se sintiera extremadamente incómoda.
—Deja de comer, estoy hablando contigo, ¿no me oyes?
Qin Sulan volvió a hablar.
Pero esta vez su tono carecía de la compostura habitual, lleno solo de ira e irritación.
Porque Zhao Tiezhu era la primera persona en todos sus años que se atrevía a ignorarla así. Todos los demás intentaban entablar conversación cuando la veían, nadie se atrevía a despreciarla como lo hacía Zhao Tiezhu.
¡Era verdaderamente excesivo!
Sin embargo, Zhao Tiezhu seguía sin reconocer a Qin Sulan, continuando con su comida con la cabeza agachada.
Qin Sulan apretó los dientes, furiosa.
Al ver que Zhao Tiezhu seguía inclinado, devorando su comida, Qin Sulan no pudo contenerse más.
—Seguridad, ¿dónde está seguridad? Dense prisa y vengan aquí.