Si no fuera por la mente de Zhou Xiangxue, que todavía estaba relativamente clara en este momento, podría haberse recostado directamente en los brazos de Zhao Tiezhu.
En este momento, Zhou Xiangxue deseaba desesperadamente que Zhao Tiezhu saciara la sed en su corazón, pero el último vestigio de su racionalidad le decía que no podía hacer eso.
—Detente, Zhao Tiezhu, déjame ir, puedo hacerlo yo misma, ¡no me toques!
Mientras hablaba, Zhou Xiangxue luchaba por levantarse, tratando de ponerse de pie desde el abrazo de Zhao Tiezhu.
Aunque sus ojos estaban borrosos, su tono era muy firme.
Este truco podría engañar a otros, pero definitivamente no era suficiente para Zhao Tiezhu. ¿Cómo podría no entender que Zhou Xiangxue estaba ahora al límite?
Solo un suave empujón de él se convertiría en la última gota que colmaría el vaso.
Con esto en mente, Zhao Tiezhu adoptó una expresión de rectitud y dijo: