Pensando en esto, Zhao Tiezhu rápidamente estuvo de acuerdo.
—Está bien, está bien, ¡lo entiendo! ¡Realmente no puedo agradecerte lo suficiente esta vez, Xiaoting!
Al escuchar los elogios de Zhao Tiezhu, Xiaoting simplemente se rio y no dijo nada más.
Sin embargo, esa simple risa escuchada por otros significaba algo diferente para Zhao Tiezhu.
De inmediato, Zhao Tiezhu dijo por teléfono:
—No te preocupes, Xiaoting, no olvidaré tu contribución. ¡Solo espera a que tenga tiempo y pasaré por allí!
Una vez que Xiaoting escuchó las palabras de Zhao Tiezhu, aceptó felizmente y luego colgó el teléfono.
A estas alturas, Zhao Tiezhu había decidido que debía visitar el Hogar de Ancianos Benevolencia.
No podía negar que era como tener un jugoso trozo de carne entregado directamente a su boca.
Si hacía un gran trabajo, tendría la ayuda de los viejos cuadros en todo lo que hiciera en el futuro, ahorrándole un gran esfuerzo.