Zhao Tiezhu salió de la entrada del hospital sin vacilar, tomó un taxi y se dirigió directamente a ver a Qin Sulan en la escuela.
En ese momento, Qin Sulan estaba sentada en su oficina, con el rostro rebosante de felicidad.
Tocando su vientre ligeramente abultado, Qin Sulan reía con ganas.
Este niño no solo era clave para su propio cambio de vida, sino que también era el hijo biológico de Zhao Tiezhu.
El pensamiento la llenaba de alegría.
Aunque no podía estar continuamente con Zhao Tiezhu, ¿no era esta situación bastante buena?
Sin embargo...
Antes de que Qin Sulan pudiera terminar su pensamiento, su teléfono móvil sonó repentinamente.
Sin pensarlo siquiera, Qin Sulan sabía que debía ser una llamada de Zhao Tiezhu, así que contestó el teléfono directamente.
Como era de esperar, antes de que Qin Sulan pudiera hablar, Zhao Tiezhu la llamó afectuosamente.
—¡Susu~!
Al escuchar la voz cariñosa de Zhao Tiezhu, Qin Sulan también sintió una oleada de felicidad.