—¡Oh, ¿qué estás haciendo? ¡Ten cuidado!
Al ver a Liu Zheng entrar de repente, Li Yanling quedó completamente sorprendida.
No solo eso, también estaba muy preocupada de que otros pudieran escucharlos.
Qué vergonzoso sería si se corriera la voz.
Inesperadamente, sus movimientos fueron muy rápidos, entrando de golpe y abrazando inmediatamente la cintura de la mujer.
Liu Zheng la miró con una sonrisa radiante, pero esta se desvaneció rápidamente al notar que algo no estaba bien con ella.
—¿Por qué todavía hay rastros de lágrimas en tu rostro? ¿Qué pasó exactamente? ¿Qué sucede?
Al escuchar esto, Li Yanling se sintió algo avergonzada y desvió la mirada.
No había anticipado que Liu Zheng lo notaría.
En ese momento, su corazón estaba realmente muy pesado.
—No es nada, nada en absoluto.
Dijo apresuradamente estas palabras, intentando ocultar su infelicidad.
Pero Liu Zheng no era un hombre tan despistado, y naturalmente podía ver que algo la estaba molestando seriamente.