Cuanto más lo decía, más feliz se ponía Shi Yulan.
—Oh, Liu Zheng, tus palabras son demasiado dulces. Por fin entiendo por qué tanta gente viene a ti para recibir tratamiento.
—No estoy solo diciendo cosas bonitas, simplemente estoy diciendo la verdad.
Entonces comenzó cuidadosamente el masaje.
Sus técnicas eran realmente muy profesionales.
Pero ahora, presenciando tal escena, le estaba costando contenerse.
Sus manos también comenzaron a volverse un poco inquietas.
Estaba probando los límites de Shi Yulan paso a paso, pero no consideró que ella parecía no ser tan resistente a ello.
Además, de vez en cuando dejaba escapar algunos sonidos sutiles.
Su voz era justo como la que había escuchado ayer.
Era como música celestial.
En este momento, Liu Zheng también estaba cerca de perder el control.
No esperaba que cada uno de ellos fuera tan tentador.
¿Cómo podría contenerse?
—Liu Zheng, la forma en que masajeas es tan cómoda, realmente me gusta —dijo Shi Yulan con felicidad.