—Ve a notificar al departamento de relaciones públicas para que se encargue de esto —Xue Zhanhua se dio cuenta de que no había otra manera y decidió dejar que el equipo de relaciones públicas comenzara su trabajo.
—De acuerdo —. El asistente tomó su teléfono móvil y salió.
Xu Yang se sentó en la silla, su expresión fluctuando, contemplando si reconciliarse con Xu Yang o no.
Si se reconciliaba, significaría que había perdido, y su cara quedaría completamente deshonrada.
Lo que estaba destinado a mostrar su poder se había convertido en una completa vergüenza.
En el futuro, al reunirse con otros magnates de la industria cinematográfica, especialmente aquellos que eran sus enemigos jurados, seguramente se burlarían de él por este incidente.
Podía prever que durante mucho tiempo, sería el hazmerreír de la industria, el blanco de las bromas de otros magnates durante su tiempo libre.
Pensar en tales consecuencias hizo que el rostro de Xue Zhanhua se oscureciera aún más.