De vuelta a casa.
—¿Cómo fue la entrevista? —preguntó Liu Yujuan.
Zhao Yulu negó con la cabeza, no habló, y se sentó en el sofá, su expresión compleja.
Parecía algo distraída.
—Yulu, ¿qué está pasando realmente? —Liu Yujuan sintió que algo andaba mal y preguntó de nuevo.
—Mamá, ¿sabes quién es el jefe de Cultura Pionera? —preguntó Zhao Yulu.
—¿Cómo voy a saberlo? —Liu Yujuan puso los ojos en blanco.
—Es Xu Yang —dijo Zhao Yulu.
—¡¿Qué?! —exclamó Liu Yujuan—. ¿Cómo puede ser él? ¿No dijiste que el valor de los derechos de autor de esas obras culturales de Cultura Pionera vale decenas de miles de millones?
—Sí —asintió Zhao Yulu.
—Dios mío, y eso sin contar con el Gremio Fengcai y Jiangdilao. Solo con esta empresa, el patrimonio neto de Xu Yang es de decenas de miles de millones. —Liu Yujuan estaba fuera de sí.
—Sí, solo con esta empresa, su patrimonio neto es de decenas de miles de millones —asintió Zhao Yulu mecánicamente.