—Ah Zhen... ¿Dónde estamos? —ella sostuvo la mano de Li Zhen mientras revisaba el lugar alrededor para ver si habían regresado a la antigua mansión o a algún lugar que le resultara familiar.
—Mamá, ¿no nos reconoces? Mamá, ¿no sabes quiénes somos? —los dos niños a su lado la miraban lastimosamente mientras sostenían sus manos tratando de llamar su atención. Ella no había conocido a nadie, y era demasiado joven para tener hijos tan grandes que ahora tenían diez años. Incluso si hubiera perdido todos sus recuerdos, estos no serían sus hijos.
—¡Ella es mi mamá y no la suya! Es mi mamá...
Li Zhen se subió a la cama y se aferró a Shen Ruyi, quien parecía confundida. El lugar le resultaba nuevo y además, la estética era un poco diferente a las casas en las que había estado desde su nacimiento.
—Ella es nuestra mamá... Tú eres el intruso aquí... Ella es nuestra mamá...
—Vete...
—Ella es mi mamá... Tú eres el intruso que planea arrebatarme a mi mamá.