Lu Ting Cheng entregó su identificación con calma, todavía visiblemente furioso. De todos modos, este no era el momento para ser arrestado; ellos estaban equivocados. —Solo teníamos prisa, oficiales —murmuró con indiferencia antes de apoyarse en su coche. Lu Zi Zhen también presentó el suyo.
—¿Dieciséis años? ¿Diecisiete años? —Los oficiales chasquearon la lengua, ¡molestos! Siempre supieron que eran adolescentes desarrollados de unos 22 años con el tipo de cuerpos que tenían, pero eran solo niños.
—¿Qué? —A Lu Zi Zhen no le gustaba la mirada que le daban los oficiales. La edad es solo un número; no importaba cuántos años tuvieras. Si podías comprender las cosas y pensar más rápido, podías lograr todo lo que quisieras.