Xia Chuyi cada vez trataba el asunto con indiferencia, con un aire de dejarla hacer lo que quisiera.
Al verla actuar así, Xia Lan se volvió aún más insegura.
—Esto... tú... —Xia Lan se mordió el labio, la miró fijamente y continuó retorciendo la carta, sin saber qué hacer.
—Solo ábrela —dijo Xia Chuyi con una sonrisa, sus ojos curvándose como medias lunas.
—¿Por qué no la abres tú?
Ella extendió sus manos y se acercó silenciosamente.
—Estoy esperando a que la abras.
Se acercó un paso más.
—Tú, tú... —Xia Lan dudó, levantando la carta.
Un destello brilló en los ojos de Xia Chuyi.
Ahora era el momento.
Se abalanzó rápidamente, agarrando la carta, y en el momento en que la tocó, la jaló con fuerza, utilizando simultáneamente sus pensamientos para guardar rápidamente la carta en su espacio.
—¡La carta! —Xia Lan ni siquiera había tenido tiempo de ver cómo había desaparecido la carta.
Xia Chuyi fingió darse la vuelta, imitando la acción de esconder la carta.