capitulo3: La Bestia del Plutonio

El frío del bosque calaba hasta los huesos. Naoki no se movía. Estaba de pie frente a la tumba improvisada de Tai, con la mirada perdida y los puños apretados. Su respiración formaba nubes blancas en el aire. yai, con lágrimas secas en el rostro, se abrazaba los brazos.

—Maldita sea… ¿por qué este dolor no acaba? —murmuró yai—. Primero mi padre… y ahora Tai…

Naoki bajó la mirada. Evitaba ver el rostro del chico enterrado. La nieve lo cubría como un sudario blanco.

—No lo sé… —respondió Naoki en voz baja—. Es como una maldición que nos sigue.

yai lo miró con sospecha. Ya no había solo tristeza en sus ojos, también temor.

—¿Pero quién eres tú…? No… mejor dicho… ¿qué eres tú? No eres normal. Hay algo extraño en ti.

Naoki respiró hondo. Sabía que no podía seguir ocultándolo.

—Mi nombre es Naoki… soy un Silenciador —dijo con voz firme—. Formo parte de una organización secreta encargada de enfrentar y erradicar anomalías… especialmente las anomalías atómicas.

yai frunció el ceño.

—¿Anomalías atómicas? ¿Qué significa eso?

—No puedo contarte más, es por tu seguridad —Naoki desvió la mirada—. Pero sí puedo decirte que dentro de nosotros… los Silenciadores, hay un núcleo. Una energía basada en la radiación. Nos permite pelear… sobrevivir… y mantener este mundo algo parecido a lo que solía ser.

—¡Cuéntame más! ¡Mi amigo acaba de morir por esto! ¡No puedes callarte ahora!

Naoki la miró con una sonrisa tranquila, aunque sus ojos escondían una tormenta.

—Lo siento. Pero no puedo decirte más.

yai apretó los dientes con impotencia, pero ya no insistió.

En otro sector del bosque, Kakuzu se encontraba frente a aquel hombre extraño, vestido con un kimono tradicional y una máscara que cubría gran parte de su rostro. Su voz era calmada, pero su presencia imponía respeto.

—¿Sabes quién soy? —preguntó Kakuzu, manteniendo la distancia.

—Claro que sí —respondió el hombre—. Un Silenciador… por fin han enviado uno a esta zona.

—¿Cómo lo sabes?

El hombre retiró ligeramente su máscara, mostrando un rostro curtido por los años y la exposición.

—Fui científico… uno que jugó demasiado con la energía atómica. Mi cuerpo se adaptó, y desperté un núcleo. Pero en vez de unirme a la Asociación, decidí proteger este pueblo.

Kakuzu lo analizó con sospecha.

—¿Y no temes que te consideren una amenaza?

—Los que no se unen son cazados. Lo sé. Pero mi poder no es ofensivo. Manipulo el plutonio. Lo uso para purificar la tierra, disminuir la radiación. No para pelear. Por eso nadie se ha molestado en venir por mí… hasta ahora.

Kakuzu entrecerró los ojos.

—Entonces… ¿fuiste tú quien nos llamó?

—No. Pero sé por qué están aquí. Esa bestia que ha estado matando matatabis… no es algo que puedan ignorar por mucho tiempo.

De repente, un rugido atronador sacudió el bosque. Un grito infantil le siguió.

—¡Una niña! —exclamó el científico—. ¡La ha atrapado!

Kakuzu no lo dudó. Su cuerpo se envolvió en energía. En un segundo, desapareció entre los árboles.

La persecución era feroz. Kakuzu corría como una sombra entre la nieve, siguiendo las huellas y los rugidos de la bestia. Pronto llegó a un claro donde los árboles se torcían como si algo maligno los hubiera contaminado.

Allí estaba.

Un oso monstruoso, cubierto de placas mutadas, ojos deformes y garras tan largas como cuchillos. Sostenía a una niña entre sus fauces.

—¡Suéltala! —gritó Kakuzu, y su núcleo se activó al 10%.

Una ráfaga de energía salió disparada de su brazo. El golpe dio en el hombro del oso, que soltó a la niña, rugiendo de dolor.

Kakuzu se lanzó con un puñetazo directo al rostro. La criatura cayó, pero no tardó en reincorporarse y contraatacar. Expulsó un chorro de ácido desde su garganta.

Kakuzu esquivó por los pelos, el líquido derritió la nieve a su paso.

—¡Maldito seas…! —gruñó—. ¡Núcleo al 25%! ¡Desbloqueo de obra: Espada de Luz!

Una hoja de energía se formó en su mano. Sus venas brillaban de color verde intenso. Corrió hacia la bestia, zigzagueando entre árboles, cortando con precisión quirúrgica.

El oso rugió con furia. Kakuzu clavó su hoja en el cuello del monstruo, y con un grito final, canalizó toda su energía en un golpe explosivo.

—¡ILUMINE!

Una onda de radiancia barrió el claro. El oso cayó. Y por unos segundos… todo fue silencio.

Kakuzu jadeaba, de rodillas, con sangre en la comisura de los labios. La niña, ilesa, temblaba de miedo. Él se acercó y la cubrió con su abrigo.

—Tranquila. Todo está bien ahora.

Pero sabía que no lo estaba. Aquello apenas comenzaba.

Kakuzu golpeó la cabeza del oso con fuerza, pero de pronto sintió un mordisco punzante en su brazo.

—¡¿Una serpiente?! —exclamó, al ver el reptil enrollado, sus colmillos clavados en la carne. El veneno empezó a arderle bajo la piel.

Estaba envenenado.

Sus sentidos, gracias al núcleo al 25%, comenzaron a alterarse. La nieve parecía vibrar… sentir. Fue entonces cuando lo percibió: una anomalía térmica justo bajo sus pies.

—¡¿Una explosión?! —pensó, y saltó instintivamente.

Una granada oculta bajo la nieve detonó, lanzándolo por el aire. El oso aprovechó el momento. Con un rugido, se abalanzó y le clavó las garras en el brazo herido. Kakuzu gritó de dolor… pero sonrió.

—Justo lo que quería…

Concentró su energía. Su habilidad más peligrosa:

Transmutación Interna: Núcleo Destructivo.

Su radianza fluyó a través de las garras del oso y se infiltró en su cuerpo como una corriente eléctrica invisible. El monstruo rugió… y en un segundo, su torso explotó desde adentro. Sangre y vísceras cubrieron los árboles cercanos.

El oso quedó destrozado, pero aún se movía, babeando ácido por la boca.

—¡Qué bestia más dura…! —gruñó Kakuzu, jadeando.

Creó otra espada de energía, esta vez más afilada, más intensa. Corrió, esquivando las últimas balas de ácido, y atravesó el corazón de la bestia con un grito final.

El oso cayó.

Todo quedó en silencio… solo el vapor del veneno subiendo del brazo de Kakuzu, cubierto por sangre y quemaduras.

—Estoy… envenenado… —dijo, tambaleándose.

Sus sentidos se dispararon. Su chi detectó algo más.

Una energía hostil. A metros de distancia.

¡CLANK!

Una cadena con una bola de púas lo golpeó por el costado, haciéndolo volar y estrellarse contra un árbol.

—¡ARGH!

Apareció una figura imponente entre la neblina. Un joven musculoso, con el torso desnudo y el cuerpo tatuado con símbolos tribales. Sostenía la enorme cadena como si no pesara nada.

—Vaya, vaya… ¿así que tú eres el famoso Silenciador? —sonrió con una voz ronca—. Tengo curiosidad por ver cuánta energía queda en tu núcleo después de eso.

Kakuzu intentó ponerse de pie… pero sus ojos se nublaron.

—Mi núcleo… está inestable…

Y se desplomó.

Mientras tanto, Naoki se detuvo en seco. Sintió algo.

Un vacío. Como si un vínculo interno se hubiese roto.

—…Kakuzu.

Su voz tembló. Miró a yai con los ojos encendidos de rabia.

—Tenemos que movernos. Ya.

¡Gracias por leer el tercer episodio de Silenciadores del Olvido!Este capítulo marcó un giro: acción intensa, secretos revelados… y el primer gran golpe emocional. La muerte de Tai no fue en vano. Algo mucho más oscuro se mueve en los bosques, y Kakuzu acaba de caer en las garras de un enemigo inesperado.

¿Quién es este guerrero de la cadena?¿Qué es lo que Jai oculta realmente?Y sobre todo… ¿hasta dónde puede llegar Naoki cuando su hermano está en peligro?

Estoy construyendo este mundo con pasión, energía… y mucha radianza 🔥Tu apoyo es lo que me motiva a seguir. Si te gustó este capítulo, déjame un comentario: dime qué te impactó más o qué teorías tienes.¡Nos leemos en el episodio 4!

—Con energía nuclear (y cariño),El autor.