Capitulo 5: "Versus: El Asesino y el Instinto"

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📌 A partir de ahora, el plan es publicar entre 2 y 3 capítulos por tanda, así que prepárense que esto apenas comienza…

Ahora sí, sin más que decir…

¡Comencemos con el Capítulo 5!

Podemos ver la nieve cubriendo lentamente el bosque. La niebla se intensificaba, y toda parecía dirigirse hacia una gran montaña... o mejor dicho, una torre de refrigeración a medio construir, que ocultaba un volcán dormido bajo su estructura colosal.

En el pueblo cercano, Naoki y Yae caminaban entre la multitud. Los pobladores celebraban la muerte del oso que los había aterrorizado durante semanas. Sin embargo, Naoki no sonreía. Estaba visiblemente preocupado. Habían pasado cuatro días desde que llegaron a Japón, y tres desde la última vez que vio a su hermano.

Durante ese tiempo, Naoki lo había buscado sin descanso. En su camino solo encontró anomalías, rastros confusos, y más preguntas que respuestas. La misión se había complicado... pero nada de eso le importaba.

“Hermano… Kakuzu… ¿dónde estás?”

El chico estaba desesperado. Había preguntado a varios pobladores, pero todos lo ignoraban o lo evitaban. Entonces, la vio. Una niña pequeña. La misma que el oso había secuestrado.

Pero lo que realmente llamó su atención fue que ella llevaba el saco largo de Kakuzu.

Naoki sintió que el corazón se le detenía un segundo. Tenía que preguntarle qué había pasado. Comenzó a abrirse paso entre la gente, casi sin querer empujando a algunos. El educado Naoki, ahora dominado por la angustia, corría entre los aldeanos sin detenerse.

Finalmente, cuando estuvo a punto de alcanzarla…

Yae lo detuvo con firmeza y le dijo:

No es seguro hablar con ella. Vamos a otro lado —dijo Yae con una voz baja, casi susurrando.

Naoki la miró con extrañeza. Era raro ver a Yae tan nerviosa. Incluso cuando murió Tai, ella no se había mostrado así. Había algo fuera de lugar.

Conozco a alguien que sabe todo lo que pasa en este pueblo —añadió la chica, casi en secreto.

Eso bastó para captar la atención total de Naoki, que alzó la voz:

—¡¿Y por qué no lo habías dicho antes?!

Porque aún no confiaba en ti —respondió Yae mientras se rascaba la cabeza, incómoda—. Pero... solo eres alguien que quiere encontrar a su hermano, y eso me conmovió. Te llevaré, pero a cambio tienes que contarme más sobre cómo funcionan los núcleos.

Naoki aceptó de inmediato, sin pensarlo dos veces. Entonces Yae señaló una calle abarrotada:

Allá. Ese es el camino.

Ambos comenzaron a caminar entre la multitud. Era una calle que conducía directamente a la salida del pueblo. Naoki se movía con rapidez, tan decidido que en pocos segundos dejó a Yae unos cinco pasos atrás. Giró la cabeza para verla... pero ella ya no estaba.

Se había desviado hacia un callejón estrecho y oscuro.

Un celular antiguo, color rosa, comenzó a sonar en el bolsillo de la chica. Ella lo miró con duda, casi con terror. Finalmente, con mano temblorosa, contestó:

—¿Alo? ¿Quién es?

Una voz profunda, tenebrosa y con autoridad respondió al instante:

Sabes bien quién soy. ¿Por qué tardaste tanto en contestar? ¿Acaso quieres traicionarme?

El rostro de Yae palideció. Su fuerza se desvaneció.

Claro que no. Usted y yo tenemos un trato —respondió con voz trémula.

Ya no era la misma. La seguridad que solía mostrar se había derrumbado en segundos. El hombre al otro lado de la línea tenía el control total.

Si quieres que cumpla mi parte, será mejor que tú cumplas la tuya. Los otros ya lo hicieron.

Yae sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Su mano temblaba, sus labios se apretaban. Solo un pensamiento cruzaba su mente:

No… Kakuzu…

También pensó en Naoki… en lo que quizás ya le había pasado a su hermano.

esta salio del callejón y se junto con naoki, en pocos minutos ellos se alejaron de la multitud y yae le dijo 

Te estoy llevando al lugar, así que tienes que contarme todo lo que sabes sobre el núcleo y cómo funciona eso —exigió Yae, sin mirarlo directamente.

Naoki suspiró profundo. Miró al suelo mientras caminaban y respondió:

Te lo diré… pero no se lo cuentes a nadie. Como ya te había mencionado, el núcleo es una forma de energía atómica que se adapta al cuerpo humano. Una vez que tu cuerpo la asimila, puedes usarla según una de las siete categorías.

—¿Categorías? —preguntó Yae, claramente confundida.

Naoki continuó, con voz más firme:

Sí. Estas categorías determinan cómo puedes manipular la energía del núcleo. Cada una representa un estilo o capacidad. Son estas:

Transmutadores: Tienen la capacidad de transmutar tanto su aura como el entorno. Pueden cambiar las propiedades de su energía o de los elementos que los rodean.

Emisores: Pueden emitir energía en forma de rayos, proyectiles, ondas de choque, etc. Son capaces de redirigir o concentrar el poder atómico del núcleo en ataques a distancia.

Destructores: Su habilidad principal es potenciar su cuerpo y sus armas. Incrementan su fuerza física y capacidad destructiva, volviéndose auténticas armas vivientes.

Anuladores: Pueden anular materia, energía o incluso daño en pequeñas proporciones. Son útiles para el contraataque o para neutralizar habilidades rivales.

Alteradores: Modifican el entorno, alteran la percepción del enemigo o incluso interfieren con la realidad y la mente. Su poder es complejo, pero letal.

Controladores: Imponen su energía sobre objetos y el entorno. Son capaces de controlar cosas, darles propiedades especiales o manipular elementos a su voluntad.

Naoki miró al cielo un instante, como recordando algo, y agregó con calma:

—Ah, se me olvidaba decir algo importante sobre los Creadores. Ellos pueden crear cualquier cosa… siempre y cuando conozcan su composición a fondo. No basta con imaginarla: tienen que saber cómo funciona en cada detalle. Pero hay algo más…

Yae lo observaba atenta.

—Si un Creador quiere darle a su objeto una habilidad extra, como fuego, veneno o una propiedad especial… debe imponer una autocondición. El núcleo necesita una razón lógica o emocional para liberar ese poder.—Por ejemplo: si yo quiero crear una espada que bote fuego, no basta con saber cómo es una espada. Tengo que ponerle una condición, como “sólo se enciende si protejo a alguien” o “sólo funciona cuando sangro”. Sin esa condición, la habilidad no se activa.

—…O sea que no se puede hacer cualquier cosa, solo porque sí —dijo Yae en voz baja, procesando todo.

—Exacto —asintió Naoki—. El núcleo no regala poder. Lo responde a lo que sientes, a lo que juras, o a lo que te impones a ti mismo.

—Y finalmente están los Convocadores. Son parecidos a los Creadores, pero en lugar de hacer cosas… invocan seres vivos. Pueden crear animales reales o imaginarios, monstruos o entidades, pero ninguna de esas criaturas tiene alma ni conciencia propia. Son como reflejos que obedecen lo que el usuario quiere, o lo que les fue programado. Sus poderes dependen tanto del tipo de criatura como de las condiciones bajo las que fueron invocadas.

Yae se detuvo un momento.

—¿Entonces podrías invocar a alguien? ¿O traer de vuelta a alguien…?

Naoki bajó la mirada. El viento agitaba su bufanda y la nieve le caía en el cabello.

—No. Los usuarios de núcleos no somos dioses. Ni siquiera estamos bendecidos. Somos malditos. Prueba viva de que la maldad humana fue tan infinita… que acabó mutando el mundo.—Yo, por ejemplo… soy energía pura. Tan caliente que quema al contacto. No puedo comer sin dolor. No puedo sentir cosquillas, ni siquiera el calor de un abrazo. Vivo, pero estoy físicamente muerto.

Yae, sin decir una palabra, le tomó la mano. Apoyó su cabeza sobre su hombro. Y así caminaron en silencio.

Naoki la miró de reojo, y luego concluyó:

—Cada usuario tiene afinidad con ciertos tipos. Según lo que llamamos el Heptágono Nuclear, los poderes se conectan como una red.Por ejemplo, los Transmutadores pueden desarrollar habilidades más fácilmente si están cerca de las categorías de Destructores o Alteradores, porque esas dos les quedan a los lados.

—¿Y los demás? —preguntó Yae, aún curiosa.

—Siguiendo la misma línea, los:

Destructores tienen más conexión con Transmutadores y Emisores.

Emisores, con Destructores y Creadores.

Creadores, con Emisores y Controladores.

Controladores, con Creadores y Anuladores.

Anuladores, con Controladores y Convocadores.

Convocadores, con Anuladores y Alteradores.

Alteradores, con Convocadores y Transmutadores.

—Mientras más lejos esté una categoría de la tuya, más difícil es dominarla… pero algunos prodigios logran cruzar esa barrera.

—¿Algunos de esos poderes pueden purificar… o revivir algo? ¿Traerme a alguien? —preguntó Yae en voz baja, mirando hacia el suelo. Su rostro reflejaba tristeza y confusión.

Naoki, con voz calmada pero cargada de peso, respondió:

—Los usuarios del núcleo no somos dioses… ni afortunados. Somos malditos. Existimos como prueba de que la maldad humana fue, y siempre será, infinita.

El joven levantó la vista. La nieve caía lentamente sobre su ropa y sus mechones verdes, cubriéndolo con un silencio frío.

—Yo, por ejemplo… soy energía pura. Tan caliente que quema la piel humana. No puedo comer. No puedo sentir cosquillas. Ni el calor de un abrazo. Ni siquiera el contacto con otra persona… Vivo, pero estoy físicamente muerto —dijo Naoki, mientras su mirada se perdía en el aire.

Sin decir una palabra, Yae tomó su mano con suavidad. Se apoyó en su hombro, y ambos siguieron caminando en silencio, compartiendo un momento que no necesitaba palabras.

Mientras tanto, a kilómetros de allí, en el corazón de una planta nuclear abandonada, kakuzu se encaraba en una batalla atoroz con el hombre que lo secuestro jounkin ...

Kakuzu se movía entre los pilares de aquella fábrica abandonada, esquivando como podía los brutales ataques del cazador. La niebla azul que lo rodeaba no era simple vapor… era su aura, desbordada por completo, convirtiéndose en humo.

Los puñetazos de Jounkin rompían sin esfuerzo los pilares metálicos que los rodeaban.

Kakuzu logró golpearlo, pero Jounkin sujetó su pierna y lo estrelló contra el suelo con violencia. Sin embargo, el cuerpo de Kakuzu se deshizo en humo. Había desaparecido.

Técnica: Marea del Llanto – Doncellas Gemelas: Picos de Tormenta —susurró Kakuzu.

Dos figuras etéreas, doncellas formadas por el humo azul, aparecieron a sus lados. Soplaban al unísono, lanzando picos helados que se clavaron en la pierna y el pecho de Jounkin, congelándolo parcialmente.

¡Desgraciado maldito! ¡Disfrutaré destruir tu cuerpo cuando te agarre! ¡¡Morirás!! —gritó Jounkin mientras escupía sangre congelada.

La niebla azul comenzó a disiparse. Kakuzu cerró uno de sus ojos.

No puedo seguir con el azul… mi energía se desborda como humo. Tengo que cambiar de color... pero eso es crítico.

Cerró su ojo izquierdo, justo cuando Jounkin lo detectó.

Eres bueno escondiéndote… pero yo soy el cazador supremo. ¡Asesinar es mi vida! Y gracias a mi instinto, ¡te mataré!

La energía de su núcleo estalló. Las rocas se levantaron por la presión, y un aura feroz lo cubrió. Sus venas se marcaron por todo el cuerpo, su cabello se elevó como si flotara en el aire, y su sonrisa se volvió inhumana.

¡Yo soy el máximo cazador! ¡La cumbre de los destructores! ¡Máximo instinto animal!

Su cuerpo creció de tamaño, sus músculos se expandieron, sus colmillos se afilaron como los de una bestia.

En un instante, apareció frente a Kakuzu y de un solo puñetazo, lo mandó a volar con una fuerza sobrehumana.

Kakuzu, jadeando, apenas podía respirar. Con un susurro, dijo:

Amarillo...

Su aura cambió de color, vibrando con una nueva intensidad. Saltó de nuevo hacia el combate.

Jounkin hizo lo mismo. Ambos colisionaron sus puños.

FIN.

Nota del autor

¡Este capítulo fue más largo de lo que esperaba, pero había mucho que contar! 😤🔥

Gracias a todos los lectores, y en especial a DaoistoX2tvf por donar mi primera Piedra de Poder 💎. ¡Tu apoyo significa muchísimo para mí! 🙌

Ya superamos 644 vistas, ¡y esto recién comienza!Si llegaste hasta aquí, comenta qué te pareció este combate. ¿Te gustó la transformación de Kakuzu? ¿Qué opinas del “Instinto del Cazador”?

Nos leemos muy pronto en el Capítulo 6.¡No tardará en llegar!

– Mr. Mapache.