Nunca pensé que mi primera misión en otro mundo sería tan… básica. No se trataba de salvar a una princesa, luchar contra demonios o coleccionar compañeras con habilidades absurdas. Mi objetivo era mucho más simple: sobrevivir, lo que básicamente se traducía en huir de dos aventureros bien armados y notablemente apuestos que me perseguían como si fuera un conejo. Me resulta curioso que, incluso en medio de la adrenalina y el miedo, pueda notar su atractivo físico. Supongo que la virginidad prolongada puede distorsionar las prioridades de una persona, porque ¿qué otra explicación hay para fijarse en la belleza de tus perseguidores en un momento así?.
—¡Es un rastrero! ¡Dispárenle antes de que suelte esporas!
——¿Esporas? ¿Qué clase de monstruo creen que soy?
Corrí, o más bien repté, prácticamente arrastrándome con torpeza mientras mi nuevo cuerpo luchaba por encontrar un ritmo. La cola se balanceaba detrás de mí, las garras se clavaban en la tierra y las escamas raspaban contra el suelo. El miedo me consumía, tan intenso que incluso el más mínimo estímulo podría haberme hecho estallar. Me refugié entre unos arbustos espinosos, jadeando con dificultad mientras escuchaba los pasos de mis perseguidores alejarse lentamente.
Mientras aún jadeaba, tratando de recuperar el aliento después de horas de persecución incesante, una pregunta seguía resonando en mi mente: ¿qué soy en realidad? Esa duda había surgido en cuanto escuché sus palabras: ‘Es un rastrero’. La palabra seguía resonando en mi cabeza, como un eco que no podía callar.
—Sabio… dime algo útil. ¿Qué soy?
—[Confirmando información biológica] Raza: Dragón Rastrero.
—¿Rastrero? Eso suena a bicho.
—No estás tan equivocado. Los rastreros son bestias pseudo-dragón que poseen enormes reservas mágicas, pero su falta de inteligencia, habilidades especiales y capacidad de evolución los hace ser considerados inútiles.
—¿Pero tengo un montón de maná, ¿no?
—Si, es como tener un tanque de gasolina lleno hasta el borde, pero sin un motor para encenderla y hacer que el vehículo se mueva. La gasolina representa la energía mágica que tienen los rastreros, pero sin la capacidad de utilizarla de manera efectiva, es como si no sirviera de nada.
Respiré profundamente intentando procesar la información obtenida, pero no llegué a nada más que a la conclusión básica: no soy fuerte ni nada especial. En resumen, soy la cucaracha mágica del mundo. No podía evitar imaginarme en un bestiario: Dragón Rastrero: Nivel bajo. Estúpido, lento y útil como mochila o abono. No se recomienda entrenarlo. La descripción me hizo sonreír con ironía, preguntándome si alguien se molestaría en cocinar mi carne con condimentos fuertes.
Pero justo cuando creí que había tocado fondo, el universo me mostró que siempre hay sótanos más profundos.
Pero justo cuando pensé que las cosas no podían empeorar, descubrí que sí podían. El suelo desapareció bajo mis patas y yo, como un buen protagonista sin derechos laborales, caí por un barranco con la gracia de una bolsa de basura. Cerré los ojos, esperando mi segunda muerte. Sin embargo, por alguna razón que aún desconozco, no me estrellé contra una roca. En su lugar, algo me agarró en el aire, algo con garras que apestaba a pescado muerto.
—Sabio, haz tu trabajo. Dame un análisis de mi situación actual
—Analizando: Wyvern adulto detectado. Amenaza hostil. Probabilidad de muerte: 94%
—¡¿Y el 6% restante?!
—Según mi análisis profundo, encontrando todas las posibilidades posibles para salvar a un idiota como tú, probablemente la única respuesta correcta es: muerte con sufrimiento. ¡Felicidades, vas a sufrir!
—Genial.
Me llevó por los aires como si yo fuera un paquete de delivery. En su mirada no había más que odio y desprecio profundo, con esa aura aterradora que solo provoca un miedo tan inalcanzable que me indicaba que sería su almuerzo.
—Agrandó información adicional: Los Wyverns suelen tener un profundo desprecio hacia los rastreros, a quienes consideran una aberración genética. Esta aversión se traduce en un comportamiento depredador, donde los capturan para devorarlos vivos y, posteriormente, utilizar sus restos para marcar su territorio.
—¿Por qué nadie me dijo que este mundo era tan racista con los de mi especie?
—Lo habrías sabido si hubieras leído los foros en tu vida anterior. Estaban llenos de teorías sobre discriminación diacrónica, escritas por otakus con mucho tiempo libre y poca vida social
—¡Era sarcasmo, habilidad con complejo de ChatGPT!
Cuando seguía peleando con mi habilidad, esa copia barata de Alexa que solo sabe dar errores y reproducir canciones de Taylor Swift en bucle, seguía en el aire mientras el viento me azotaba. El mundo giraba debajo de mí. Y si esto fuera cualquier otro isekai, desbloquearía una habilidad secreta o soy salvado por una chica con alas de ángel y peinado complicado. Pero no, soy el snack. Y justo cuando me rendía ante la idea de convertirme en sushi de reptil, una explosión se encendió en mi pecho. Un calor intenso que me hacía sentir una presión tan fuerte, como si algo dentro de mí se negara a ser el bocadillo
—Advertencia: energía de origen desconocido detectada. Activando protocolo de supervivencia.
—¡¿Qué está pasando?!
—Tu cuerpo está intentando canalizar el maná… por primera vez. El problema es que la estructura biológica de tu raza no está diseñada para manejar esta energía mágica, lo que podría generar un desequilibrio catastrófico en tu cuerpo físico.
—¿Entonces qué está pasando dentro de mí?
—Colapso interno inminente. Vas a explotar… como una palomita de maíz en el microondas, solo que en lugar de un delicioso snack, serás un desastre pegajoso y mágico en el suelo.
—¡¿QUÉ?!
—Relájate… si es que puedes. Tienes un 3% de posibilidades de sobrevivir si respiras profundamente, lo que es más o menos la misma probabilidad de que una palomita de maíz se mantenga intacta en un microondas descontrolado.
—¡Eso no me tranquiliza!
Y entonces ocurrió el gran estallido. Una explosión de energía negra y púrpura brotó de mi cuerpo, reventando como una palomita de maíz gigante. El wyvern chilló de enojo y me soltó, dejándome caer en picada hacia la tierra. Reboté en rocas hasta aterrizar con un golpe seco en el río. El dolor era insoportable, mi cuerpo entero gritaba de agonía. La oscuridad comenzó a cerrarse sobre mí, pero entonces una energía oscura me envolvió y un dragón sombrío apareció ante mí. Su mirada se iluminó con una risa divertida, como si disfrutara del espectáculo.
—KuaaaJajaja, ¡qué espectáculo más patético! Eres como una cucaracha rastrera, que solo sirve para entretenerme a mí. ¡Vamos, sigue pataleando, pequeño insecto!
Prácticamente, esa voz tan egocéntrica y ridículamente irritante me daría ganas de vomitar arcoíris de cringe, pero no tengo más que hacer que aguantar este espectáculo de egolatría en vivo.
—Sabio, analiza a ese egocéntrico que tengo enfrente: un dragón con un ego del tamaño de una montaña y una personalidad más tóxica que un pantano de aguas estancadas
Eh, no sé qué pasa, pero sabio nunca fallaría en su análisis. Ya han pasado más de 30 segundos y todavía no dice nada… ¿O acaso este egocéntrico tiene algo que ver con su silencio?
—KuaaaJajaja, ¿Crees que invocando a tu sabio podrás analizarme? Cucaracha insignificante, no tienes idea de quién soy en verdad. KuaaaJajaja, eres divertido.
¿Acaso puede leer mis pensamientos? Prácticamente, si es posible, entonces sabe que le llamé ‘perdedor’… Pero bueno, no creo que le importe, ya que con ese comportamiento se le nota que no tiene ningún amigo.
—KuaaaJajaja, cucaracha insignificante, qué interesante eres… Pero llamarme ‘perdedor’ a mí, el ser más perfecto y uno de los dragones más poderosos que existen, yo, Nyarlathotep, el dragón original y señor de la destrucción… ¿No te tiemblan las patas al hablar conmigo?
—¿Por qué tendría miedo a un perdedor como tú, que presume de ser perfecto? Si lo fueras de verdad, tendrías amigos. Pero en cambio, pareces más solo que un fantasma en una ciudad abandonada.
—Vaya, qué interesante eres… En toda mi existencia, nunca hubo un ser que me hablara de esa manera. Aparte de eso, me causas interés. Pero no te presentaste aún… Dime, ¿cuál es tu nombre? ¿O acaso eres demasiado insignificante como para tener uno?
—¿Un nombre? ¿De qué diablos hablas, lagarto? Un nombre… Digamos que no tengo, aparte estoy en otro mundo y no pienso usar mi nombre anterior. Sería horrible que alguien como tú lo supiera.
—KuaaaJajaja, interesante… Eres demasiado interesante. Pero te voy a dar un nombre, debido a que me causas interés. De tal manera que te daré el privilegio de ser mi mejor amigo… ¡Serás conocido como ‘El Insecto de Nyarlathotep’! KuaaaJajaja, ¡qué honor para ti!
—……..
—KuaaaJajaja, ¿Acaso no te emociona tener un nombre? Prácticamente, eso es la ley del mundo… Un monstruo nombrado es mucho más poderoso que un monstruo sin nombre. Ahora, con tu nuevo título, ‘El Insecto de Nyarlathotep’, tu poder crecerá… ¡KuaaaJajaja, prepárate para ser temido!
—Me niego a tener un nombre y un título tan mediocre. Aparte, tú dijiste ‘mejor amigo’, y eso no es lo que siento que merezco. Si me vas a dar un nombre, que sea digno de que tú presumas el nombre que me des a tus… supuestos conocidos. Un nombre que haga que sepan que el dragón perfecto, Nyarlathotep, dio un título tan hermoso a un insignificante como yo…, a la vez ser reconocido como tu igual.
—KuaaaJajaja, qué curioso eres… Pero tienes razón. Aparte, has pasado mi prueba, y siempre te estuve observando debido a que me diste interés. Entonces, como te daré un nombre, quiero que me des uno a mí… Ya que el mío no me gusta. ¡Vamos, Insecto! Dame un nombre digno de un dios, algo que refleje mi verdadera esencia… ¡KuaaaJajaja, estoy ansioso por ver qué propones!
Un nombre que refleje su grandeza… No algo tan simple como ‘Destroyer’. Su ego es demasiado alto, como el de un emperador que se cree perfecto. Necesita un nombre que halague su vanidad… algo como ‘Khaos’, sí, eso podría funcionar. O tal vez ‘Kaiser’, que significa emperador… ¡Eso es! ‘Kaiser’ sería perfecto para él, algo que haga que su ego se eleve aún más al escucharlo.”
—Tu nombre será Kaiser, que significa Emperador, algo que te representa a la perfección. Un título que se ajusta a tu personalidad egocéntrica y tu convicción de ser perfecto.
—¡Kaiser? KuaaaJajaja, interesante… ¡Me gusta! ¡Qué buen nombre me diste, insecto!
—Que bueno que te gustó
—KuaaaJajaja, desde hoy tu nombre será Xiao. Lleva este nombre con honor, como un igual. Eres mi mejor amigo desde hoy, y como tal, te otorgo la protección divina que un amigo como tú merece.
Después de escuchar el nombre que me dio, sentí como si mi cuerpo se hubiera vuelto pesado, y todo se volvió borroso. Caí inconsciente, y no supe qué sucedió después. Solo recuerdo una sensación extraña, como si el nombre ‘Xiao’ hubiera sido grabado en lo más profundo de mi alma.