—¡Vamos, Kazuki! ¡Solo un round más! —gritó su entrenador eufórico desde su esquina—.
El sudor le caía por la frente. Los músculos le ardían como brasas. Pero sus ojos no se apartaban del rival.
Un gigante europeo, campeón invicto en su país. Más fuerte. Más alto. Pero no más determinado.
“Puedo ganar. Estoy a un paso... de ser campeón mundial.”
Años de entrenamiento, sacrificios, amistades dejadas atrás. Todo por esto. Todo por un maldito cinturón dorado.
Ding, ding.
El último round.
Kazuki se levanta del banco, cansado pero más determinado que nunca. Dio el primer paso y lanzó el primer puñetazo: un derechazo voló, rápido como un rayo. El impacto hizo retroceder al rival. Luego dio un paso lateral, y con todas sus fuerzas lanzó un gancho al hígado.
Su rival se defendía muy bien y lanzó un contragolpe a su quijada, el cual Kazuki sintió.
El estadio rugía.
Pero entonces…
Un pinchazo.
En el pecho.
“¿Eh…?”
El aire se volvió denso.
Su visión se nubló un segundo.
Pero siguió golpeando. Tenía que seguir.
—¡Kazuki, retrocede! ¡Estás pálido! —gritó con una voz asustada y pupilas muy dilatadas por la preocupación—.
Otro pinchazo. Esta vez más fuerte. Como si una garra invisible le estrujara el corazón.
—Tsk… no ahora… ¡no ahora!
Se lanzó con un último uppercut…
…y su mundo se apagó.
Oscuridad total a su alrededor.
“¿Es este... mi final?”
No había dolor. Ni miedo. Solo vacío.
Una voz suave, sin cuerpo, susurró:
—Kazuki Bianchi. Has peleado bien. Pero tu pelea aún no ha terminado.
—¿Quién... eres? —preguntaba con gran desconfianza al ente—.
—Eso no necesitas saberlo por ahora. Renacerás en un nuevo mundo, donde tu fuerza tendrá un propósito —dijo con una voz tranquilizadora antes de esfumarse—.
Una luz se encendió.
---
[Palacio von Elzar – Reino de Eldaros]
—¡Joven maestro! ¡Por fin ha despertado! —Una voz tan cálida como el sol saludaba felizmente al joven—.
Kazuki abrió los ojos.
Un techo de mármol, y cortinas de terciopelo hermosas. Junto a una criada a su lado.
—¿Dónde estoy...?
Su voz sonaba distinta, como si fuera la de un niño; un cuerpo más pequeño, incluso más liviano.
Miró sus manos: eran chiquitas, pálidas y delgadas. Pero muy bien cuidadas; diría que elegantes.
—¿Joven Kazuki von Elzar? ¿Se encuentra bien? —llevó sus manos a su cara, demostrando gran preocupación por su expresión—.
“¿Von Elzar? ¿Quién es ese?”
—¡Sí, sí! Me encuentro bien, tranquila. Simplemente no recuerdo qué me pasó —decía mientras se rascaba la cabeza torpemente—.
La puerta de su cuarto se abrió con un gran golpe.
A la habitación ingresó un hombre robusto, alto, con barba rubia y una vestimenta de gala. Sonreía aliviado.
—¡Hijo! ¡Estás despierto! El médico dijo que solo era un largo sueño... —decía mientras abrazaba a su hijo—, viniendo de vuelta.
Kazuki no entendía del todo...
Pero algo era seguro.
Él había muerto en ese combate...
Y ahora se encontraba en un mundo completamente nuevo.
—¿Papá? ¿Podrías decirme qué me pasó exactamente? No tengo ningún recuerdo, aparte de quiénes son —sonando preocupado, mientras mentía para no parecer sospechoso—.
—Uhmm...
—Parece que en serio no recuerdas nada, Kazuki —le contaba todo lo sucedido, viéndolo fríamente a los ojos—.
Mientras su padre le ponía al tanto de lo sucedido, Kazuki sentía una sensación extraña.
“¿Qué es esta energía que siento? En mi otra vida nunca sentí algo así.”
“Extraño a mi verdadera familia... ¿Cómo estarán? Supongo que mal, debido a mi muerte.”
—¡¿Estás escuchando, Kazuki?! —imponiendo su autoridad—.
—Sí, sí. Claro que te estoy escuchando, padre —se levantaba de la cama y se asomaba al balcón—.
Debido a las vistas que tuvo Kazuki al asomarse, dijo para sí mismo:
“Supongo que soy parte de alguna familia rica o algo similar, jaja. Hice bien en decirle ‘padre’ debido a su vestimenta.”
—Padre, ¿podrías llevarme al campo de entrenamiento? —Se giró y miró fijo a sus ojos—. “Necesito volverme más fuerte... y de paso, llevar una vida tranquila.”
—Claro. Presta atención al camino, así logras memorizarlo —se alejó de la cama mientras se dirigía a la puerta. A continuación, dijo— Vamos, Kazuki, o te perderás si te quedas atrás.