Mientras Kazuki caminaba junto a su padre por el claustro, observaba en silencio el paisaje que se extendía más allá de los ventanales abovedados. El cielo despejado, los jardines perfectamente cuidados… todo parecía sacado de un cuento, pero su mente estaba en otra parte.
Una pregunta no dejaba de resonar en su cabeza:
“¿Qué era ese ente? ¿Cómo sabía mi nombre? Y lo más importante… ¿por qué me enviaron a este mundo?”
—¡Kazuki! ¿Me estás escuchando? —refunfuñó su padre, girando el torso para mirar a su hijo con el ceño fruncido—. “No me está prestando ninguna atención… este chico necesita más disciplina.”
Antes de que Kazuki pudiera responder, una voz misteriosa retumbó en su cabeza.
—Kazuki, escucha bien. Tengo poco tiempo. No necesitas saber quién soy aún, solo debes saber que estoy de tu lado.
“¿Eh? ¿Cómo estás hablando conmigo? ¿Y qué carajos querés de mí, maldito?”
El cuerpo de Kazuki se tensó de golpe. Su padre lo notó, pero no dijo nada; lo observó con una mezcla de sorpresa y cautela.
—Ten cuidado. Tarde o temprano vendrán a por tu cabeza. Más te vale estar preparado para entonces. Adiós.
“¡Bastardo, volvé! ¡Decime quién sos! ¿Cómo que estás de mi lado si ni siquiera sé quién sos? ¿¡Y quién carajos vendría por mi cabeza!?”
—Tsk… no puedo creer esta mierda —murmuró molesto entre dientes—. “No me respondió nada… el muy maldito.”
—¿Eh? ¿Qué fue eso de hace un momento? —preguntó su padre, rascándose la barba con desconfianza—. ¿Dijiste algo, hijo?
—¿Eh? N-no, no dije nada, padre. Solo estaba admirando las vistas… son realmente hermosas —respondió con una sonrisa tensa, intentando sonar natural.
“Carajo, casi la cago. Si empiezo a hablar solo van a pensar que estoy loco o poseído…”
—Hemos llegado al campo de entrenamiento. ¿Qué querías ver? —preguntó el padre mientras señalaba con un brazo el área—. “Me intriga… nunca mostró interés en esto antes.”
—Nada importante, padre. Solo quería observar en qué podríamos mejorar los muñecos de práctica… ya sabe, cosas de entrenamiento.
El hombre lo miró con sorpresa. Algo no cuadraba.
“¿‘Nada importante’ dijo? Este chico está muy distinto desde que despertó…”
—Dime, hijo, ¿qué crees que se pueda mejorar?
Kazuki se animó, dejando que su entusiasmo se filtrara en su voz:
—Estuve pensando en una máquina para que los soldados puedan desarrollar más fuerza. Podríamos construir un banco con dos estructuras a los costados, como rectángulos, y colocar una barra de hierro o madera sobre ellas. Luego, añadirle cilindros pesados a la barra para aumentar la dificultad. Eso obligaría a los soldados a esforzarse más.
—Suena interesante —respondió su padre, apoyándose en una columna, genuinamente intrigado—. Cuéntame más.
—Claro, papá —dijo sin pensarlo, con una sonrisa auténtica—. También podríamos usar esa misma barra para hacer ejercicios como sentadillas, usando troncos u otros pesos.
El padre lo miró en silencio, sorprendido y emocionado.
“Me dijo ‘papá’...” pensó, con una sonrisa orgullosa que no pudo evitar mostrar.
Luego de conversar un rato, el padre de Kazuki le colocó una mano sobre el hombro y dijo con tono firme pero amable:
—Si no recuerdas nada de esta casa, supongo que tampoco recordarás la historia familiar. Sígueme. Iremos a la biblioteca para que empieces a estudiar.
Ambos caminaron en silencio por los largos corredores del ala oeste.
Tras algunos minutos, llegaron frente a una enorme puerta tallada en madera con el emblema de los Von Elzar grabado en el centro.
—Hemos llegado, Kazuki —dijo su padre antes de marcharse—. Estudia tranquilo. Yo me encargaré de mandar a hacer esas máquinas de entrenamiento que mencionaste.
Kazuki empujó con cautela las puertas de la biblioteca y un crujido grave resonó en el aire. La estancia estaba impregnada de un olor antiguo, mezcla de cuero, pergamino y madera barnizada. Filas interminables de estanterías alcanzaban el techo abovedado, donde un gran vitral dejaba pasar la luz del mediodía en haces de colores que danzaban sobre las alfombras.
Se quedó inmóvil, embobado.
“Esto… es impresionante. Nunca había visto tantos libros en un solo lugar. ¿Todo esto es solo de nuestra familia?”
Avanzó despacio entre los estantes hasta encontrar un escritorio con una pila de volúmenes abiertos. Cada tomo parecía más antiguo que el anterior, con tapas gastadas y títulos escritos en una lengua que no lograba reconocer del todo, pero que —para su sorpresa— podía leer.
Uno de los libros llevaba por título: "Fundamentos de la Estructura Mágica y la Influencia de las Casas Nobiliarias". Sin pensarlo demasiado, lo abrió.
"En el Reino de Asterion, el maná fluye como la sangre del mundo. No hay civilización sin magia, ni magia sin control. Desde el surgimiento de las antiguas casas, la sociedad ha estado regida por dos pilares: el poder mágico y el linaje. Las casas nobles, como los Von Elzar, obtienen su estatus no solo por riqueza o influencia política, sino por la calidad de su maná y la tradición mágica que preservan".
Kazuki frunció el ceño.
“Así que la magia… es casi como una herencia. ¿Por eso este cuerpo tiene tanto poder?”
Siguió leyendo.
"La economía de Asterion se sustenta en dos monedas: los solarii y los corun. Los solarii son la moneda del pueblo, usada en el comercio diario. Los corun, en cambio, son piezas únicamente utilizada por la nobleza para transacciones de mayor nivel. Los corun también se les conoce como monedas mágicas, debido a que se crean a través de la utilización de maná".
“¿Monedas mágicas? Dios… este lugar es otro mundo, literalmente.”
"La magia se clasifica en 3 grandes ramas: elemental, espiritual y de invocación, pero existen algunas variaciones como pueden ser la sanadora,potenciacion física y arcana, La mayoría de los plebeyos solo accede a la elemental —agua, fuego, viento y tierra—, y aún así en niveles bajos. En cambio, las familias nobles heredan afinidades superiores y habilidades avanzadas. Los Von Elzar, en particular, son conocidos por su vínculo con la magia invocación y la ancestral, una combinación poco común que los convierte en guardianes del conocimiento".
Kazuki tragó saliva. El apellido Von Elzar no solo tenía peso social, sino que representaba un linaje mágico único. Comenzaba a entender por qué todos lo miraban con expectativas tan altas.
Cerró el libro y se recostó contra la silla. Todo esto era mucho más complicado de lo que había pensado. Ya no se trataba solo de adaptarse a otro mundo. Tenía responsabilidades, historia, e incluso enemigos ocultos. Las palabras de esa voz misteriosa volvieron a su mente: “Vendrán a por tu cabeza…”
—Perfecto —murmuró con sarcasmo—. No solo soy un noble, soy un blanco fácil con herencia mágica valiosa. Qué lindo todo.
Decidió explorar un poco más la biblioteca. En una de las vitrinas encontró un mapa del reino de Asterion. Era una vasta región dividida en seis grandes territorios, cada uno regido por una casa noble distinta. Los Von Elzar dominaban la región occidental, conocida como Thal’Ren, famosa por sus academias de magia, bosques encantados y minas de cristales maná.
En una nota al margen del mapa se leía:
"El equilibrio político depende de la alianza entre casas. Pero los rumores de una nueva secta mágica, surgida en las ruinas del sur, amenazan con romper esa paz…"
Kazuki se quedó mirando el mapa en silencio.
—¿Será de ahí de donde vendrán a por mí…? ¿Esa secta… tendrá algo que ver con el ente que me habló?
Una nueva voz interrumpió sus pensamientos. Esta vez, no en su cabeza, sino en la sala.
—Veo que has empezado a estudiar, hermano.
Kazuki se giró con rapidez. En la entrada de la biblioteca estaba una joven de su edad, con cabello largo y oscuro como la tinta, y ojos dorados tan intensos que parecían mirar a través de él. Su porte era elegante, pero su sonrisa era fría y afilada.
—¿Hermano…?
—¿Ya te olvidaste de mí también? —dijo con una mueca—. Bueno, no me sorprende. Desde que volviste del coma estás… extraño. Me llamo Lyria. Tu hermana menor.
Kazuki asintió despacio.
—Lo siento. No recuerdo mucho. Estoy intentando… ponerme al día.
Lyria cruzó los brazos y lo miró con dureza.
—Espero que lo hagas rápido. El Consejo de Sangre se reunirá en menos de dos semanas, y ahí esperan ver que el heredero de Von Elzar esté a la altura.
—¿Consejo de… sangre?
—Es donde las casas nobles evalúan el estado de sus herederos. Magia, estrategia, diplomacia. Fallar ahí sería una humillación para todos. Incluida yo.
Kazuki sintió un escalofrío. Apenas estaba empezando a entender este mundo y ya había una cuenta regresiva sobre su cabeza.
—Gracias por avisarme —dijo con frialdad.
—No lo hice por ti —respondió ella, girando sobre sus talones—. Lo hice por nuestro apellido.
Cuando Lyria se marchó, Kazuki volvió a sentarse. Su mente estaba hirviendo de información, pero también algo dentro de él comenzaba a despertar. No solo era miedo o presión. Era desafío. Tenía un cuerpo nuevo, habilidades nuevas y un mundo que, aunque extraño, también era fascinante.
Abrió otro libro al azar. Este hablaba sobre "El Despertar del Núcleo de Maná", un proceso por el cual los nobles refinaban su poder y determinaban su afinidad mágica.
“Si voy a sobrevivir aquí… necesito dominar esta magia. Necesito entender cómo funciona. Y necesito saber quién demonios me trajo acá.”
Pero antes de sumergirse en la lectura, alzó la mirada una vez más hacia el vitral del techo. Los colores bañaban la sala con una luz casi divina.
Y por primera vez desde que llegó a este mundo, Kazuki dejó escapar una pequeña sonrisa.
—Supongo que no me mandaron acá solo para morir… ¿Verdad?.