Más tarde esa noche, después de que Ethan se fue y la casa se sumió en un silencioso zumbido, Ruby se encontró sentada al borde de la cama, esperando a Stefan, quien estaba abajo tomando unas copas.
Miró su teléfono que tenía en la mano, y su corazón se sintió pesado cuando los pensamientos de Rayna cruzaron por su mente.
Le había prometido a Rayna que la llamaría anoche, pero no había visto la hora. También debería haberla llamado antes hoy, pero entonces, había pasado tanto — el baile, la visita inesperada de Ethan, las emociones confusas que giraban dentro de ella — todo le había hecho perder la noción del tiempo.
¿Cómo estaría ahora? ¿Cómo iba el caso? ¿Había podido resolver el caso o todavía seguía? ¿La estaban llevando a juicio? Su mente zumbaba con preguntas que sabía que solo Rayna podía responder y suspiró.
Sintiéndose culpable, Ruby marcó rápidamente el número de Rayna, presionando el teléfono cerca de su oreja.