Capítulo 36

Echo se mueve en su asiento, sus ojos rasgados observando nuestro intercambio con tranquilo interés. No interrumpe, no intenta persuadirnos a ninguno. Su neutralidad es refrescante después de años con lobos que creían saber lo que era mejor para mí. Aunque me pregunto qué estará pensando detrás de su rostro impasible. Debemos sonar como locos.

Evan se frota la cara con la mano, perdiendo parte de su agresiva negación. En su lugar, está suplicando.

—No tienes idea de lo peligroso que es esto. Eres humana, Violeta.

Miro a Echo.

—¿Qué tan lejos está Yellowstone de aquí?

—Aproximadamente ochocientas millas —dice ella con calma, como si estuviéramos hablando del clima o algo así.

Ochocientas millas. Ochocientas millas entre yo y la Manada Montaña Azul. Entre yo y Xander y Nora. Entre yo y el asesino Rey Licano.

—No puedes huir de ellos —insiste Evan—. Especialmente no del Rey Licano. Si él te quiere...

Pongo los ojos en blanco.