—¡Ruega! ¡Arrodíllate y ruégame! —se burló la joven doncella mientras reía sin contenerse.
—¡Sigue soñando! —escupió el apuesto y elegante joven que se retorcía de dolor en el suelo. Aunque su dolor era tan intenso que no podía ponerse de pie, se negaba a ceder y logró pronunciar estas dos palabras entre dientes apretados.
—Oh, parece que tienes agallas —dijo una sonrisa cruel apareció en el rostro de la joven doncella. Levantó su pierna, liberó su Qi de Batalla y se preparó para pisotear despiadadamente la espalda del elegante y apuesto joven. Esto seguramente le rompería algunos huesos al joven. La doncella no parecía tener más de quince o dieciséis años, ¡pero ya era tan despiadada!