Después de lo sucedido, Marianna ya no lastimaba ni maltrataba a Ephyra. Esto se debía en gran parte a la niñera, Elma, quien vigilaba de cerca sus interacciones con la niña. Durante un tiempo, las cosas parecieron calmarse. Sin embargo, la salud de Ephyra empeoró.
Unos meses después, Ephyra enfermó y fue ingresada en el hospital. Se recuperó tras una breve estancia, pero poco después, volvió a enfermar y fue llevada de urgencia al hospital. El ciclo se repitió—enferma, ingresada, tratada y dada de alta—hasta que un día, Ephyra perdió el conocimiento mientras Elma y Eliot estaban fuera.
Dejada a su suerte, Marianna no llevó a Ephyra al hospital. En cambio, llamó a una enfermera que administró tratamiento sin consultar a un médico. Sorprendentemente, la medicación pareció funcionar casi de inmediato, y Ephyra se recuperó más rápido que durante sus anteriores estancias hospitalarias.
Cuando Elma regresó y se enteró de la intervención de la enfermera, expresó sus preocupaciones.