Inquietante

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Su mente era un torbellino de pensamientos. «¿Qué demonios fue eso?», se preguntó, aferrándose con fuerza a la manta. La forma en que Lyle habló —tan honesto, tan vulnerable— era algo que nunca habría esperado de él.

Y sin embargo, no era reconfortante. Era aterrador.

No porque pensara que estaba mintiendo, sino porque sabía que no lo estaba. Simplemente... lo sabía.

Eso lo hacía aún más inquietante.

¿Qué tipo de persona siente alivio en presencia de alguien que apenas conoce? ¿Qué tipo de persona siente tan profundamente pero niega la posibilidad del amor?

Eira frunció el ceño, mirando la habitación tenuemente iluminada. «¿Qué soy yo para él?», se preguntó por lo que parecía ser la centésima vez. Había pensado que era solo una herramienta —su cura. Pero ¿esto? Esto era algo completamente distinto.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un suave golpe en la puerta.