El resto de mi vida

Kieran se inclinó hacia adelante.

Sus dedos rozaron la mejilla de ella. Un poco ásperos pero deliberados, su pulgar arrastrándose sobre la curva de su labio inferior... esparciendo el bálsamo labial que ella había aplicado tan cuidadosamente... para él.

Su toque era lento, posesivo, su mirada fija en la de ella como un depredador saboreando el momento antes del ataque. La había mirado tantas veces así... ¡pero ese momento se sentía diferente!

A Otoño se le cortó la respiración.

Él siempre había sido quien iniciaba.

Pero no esta noche... esta noche iba a ser su regalo... para él.

Antes de que pudiera hablar, antes de que pudiera tomar el control... ella se movió.

En un movimiento temerario, se levantó de su silla, sus rodillas chocando contra las de él mientras se sentaba a horcajadas en su regazo, sus manos agarrando sus hombros. La silla de él se balanceó peligrosamente hacia atrás, pero a ella ni siquiera le importaba si se caían.