Rescatada

El bosque contuvo la respiración.

Las hojas temblaron. El polvo se asentó en la luz menguante. El aire parecía demasiado denso con el silencio.

Los renegados ya no reían. No había burlas. No había gruñidos. Solo el traqueteo de respiraciones superficiales mientras se acobardaban bajo la sombra de cascos revestidos de hierro y alabardas de acero.

La patrulla los había rodeado. Parecían un halo mortal de guerreros montados vestidos de negro y plata, sus armas brillando en la luz mortecina. La visión de Otoño estaba demasiado borrosa para distinguir los emblemas en sus chalecos. Pero solo por el color, podía decir que no eran Lunas Negras.

Y eso era todo lo que importaba. No podía volver. No volvería con él, sin importar dónde terminara... incluso si moría. ¡No iba a regresar!