[Una semana después en la manada Colmillo Sangriento]
La luz de la luna bañaba el pequeño balcón en plata.
Otoño estaba sentada allí en el suelo, inmóvil... con las rodillas pegadas al pecho, los brazos envueltos libremente alrededor de ellas, su barbilla descansando en silencio.
Su cabello... ah, esa es otra historia.
Ya no era sedoso movido por el viento. Ahora estaba cortado corto. Irregular, desigual, como si hubiera sido cortado con ira. Tantos días difíciles como renegada, tantas noches duras sin un techo... Sin embargo, ella había atesorado su cabello. El mismo color castaño como su madre... el mismo color que su loba. Era quien ella era... los restos de ello.
Pero ahora... (Flashback)
Había sido hace solo días.
Ella había estado frente al espejo agrietado en la vieja habitación donde Velor la había encerrado al principio. Sin guardias, sin restricciones... pero sin libertad tampoco.