Capítulo 18 - Una ruptura amarga y una convocatoria silenciosa
—¿Dónde vivo ya no es asunto tuyo, Julian? —respondí con firmeza, agarrando el teléfono con más fuerza—. Solo necesito saber si aceptarás mis condiciones. El dinero por mi parte de las renovaciones, nada más.
Esto tenía que ser una ruptura limpia. Sin ataduras, sin propiedades que nos unieran. Solo el dinero que necesitaba desesperadamente para recuperar la pulsera de mi madre.
—Bien —suspiró Julian—. Transferiré los costos de renovación. Pero deberíamos reunirnos para firmar los documentos formales de transferencia de propiedad en la Oficina de Asuntos Civiles mañana por la mañana. A las nueve.
—Estaré allí. —Colgué sin despedirme.