Capítulo 107 - Un Faro en la Tormenta, Una Pregunta en Sus Ojos
El pasillo del hospital parecía extenderse por kilómetros mientras caminaba de un lado a otro, mis tacones resonando contra el suelo estéril. Las luces fluorescentes sobre mi cabeza proyectaban duras sombras en mi rostro, reflejando la preocupación grabada en cada línea. Mi abuela—mi pilar de fortaleza, la mujer que me había moldeado en quien soy—estaba acostada en una cama de hospital, con máquinas emitiendo pitidos constantes a su alrededor.
—¿Señorita Ashworth? —Un médico se acercó a mí, con una tabla de notas en la mano—. Su abuela está estable ahora. El infarto de miocardio fue leve, afortunadamente, pero necesitamos mantenerla en observación durante al menos 48 horas.
El alivio me invadió como una ola.
—Gracias, doctor. ¿Puedo verla?
Él asintió.
—Por supuesto. Está despierta ahora, pero trate de no excitarla.