Un Juego Desesperado en una Dirección Secreta

Caminaba de un lado a otro en mi apartamento, con los dedos anudados en puños tan apretados que mis uñas dejaban marcas de media luna en mis palmas. Los mensajes de Sebastián me habían dejado confundida. ¿Qué "situación financiera" había manejado? No le había contado sobre mis problemas de dinero.

Mi teléfono sonó con una notificación de un sitio de subastas. El anuncio de mi brazalete de jade de mi madre se había actualizado—el precio de reserva había aumentado un treinta por ciento. Se me cayó el alma a los pies.

—No, no, no —susurré, mirando fijamente la pantalla.

Ivy. Tenía que ser ella. Después de mi llamada con Alistair, debió haberse enterado del brazalete. Ahora estaba elevando el precio solo para fastidiarme, igual que había hecho con todo lo demás en mi vida.

Llamé a Vera.

—Oye, ¿qué pasa? ¿Es Alistair otra vez? —Vera contestó inmediatamente.

—Peor. El precio de reserva del brazalete acaba de subir. Creo que Ivy está detrás de esto.