Una Distancia Calculada

Miré fijamente el mensaje de texto de Sebastián hasta que me ardieron los ojos. La oferta de un servicio de automóvil parecía a la vez considerada y amenazante. Mi mente paranoica ya no podía separar la amabilidad del cálculo.

Después de un momento de pánico, respondí por texto: *Gracias, pero ya llamé a un taxi. Debería estar aquí en cualquier momento.*

Su respuesta llegó casi instantáneamente: *Cancélalo. Mi conductor es más confiable.*

La franqueza de su orden me hizo apretar el estómago. Tenía que mantenerme firme.

*Agradezco el gesto, pero prefiero encargarme yo misma del transporte. Gracias de todos modos.*

Aparecieron tres puntos, desaparecieron y luego aparecieron de nuevo. Finalmente: *Como desees. Cuídate, Hazel.*

Exhalé lentamente, sintiendo como si hubiera pasado algún tipo de prueba. O fallado en ella—no podía estar segura.