Un Rescate Inesperado

El punto de vista de Hazel

Miré fijamente la pared blanca y lisa de la sala de espera, observando cómo pasaban los minutos en el reloj institucional. Habían transcurrido tres horas desde que la Directora Chen y el Investigador Wong me habían dejado sola «para considerar mi situación». Me dolía la espalda por la incómoda silla de plástico, y el hambre me carcomía el estómago.

Era una táctica: aislarme, desgastarme, hacerme lo suficientemente desesperada como para firmar cualquier documento que pusieran frente a mí. Entendía el juego, pero conocer las reglas no hacía que jugar fuera más fácil.

La puerta se abrió de golpe. Una joven empleada que no había visto antes estaba en la entrada, con aspecto ligeramente confundido.

—¿Señorita Shaw? Es libre de irse.

Parpadee, segura de haberla escuchado mal.

—¿Disculpe?

—Es libre de marcharse —repitió, señalando hacia el pasillo—. Hay alguien aquí por usted.