Un Almuerzo Ambiguo

El punto de vista de Hazel

Revisé la hora en el tablero mientras aceleraba por la autopista. Doce cuarenta y cinco. Estaba llegando justo para mi almuerzo con Sebastián. Mi estómago revoloteaba de nervios, y seguía recordándome que esto era solo una comida amistosa. Un almuerzo de agradecimiento. Nada más.

Entonces, ¿por qué no podía dejar de revisar mi apariencia en el espejo retrovisor?

Había seguido el consejo de Vera y me había puesto el vestido cruzado color borgoña. Se ajustaba a mis curvas en todos los lugares correctos, profesional pero sutilmente seductor. Mi cabello caía en suaves ondas sobre mis hombros, y me había aplicado el maquillaje justo para realzar mis rasgos sin parecer que me estaba esforzando demasiado.

Para un simple almuerzo de agradecimiento.

—Contrólate, Hazel —murmuré para mí misma, cambiando de carril para adelantar a un camión que iba lento.