El punto de vista de Hazel
La luz del sol matutino se filtraba por las ventanas de suelo a techo de mi oficina. Hojeé los informes financieros que Quentin Young, mi recién contratado gerente, había preparado. Las cifras eran impresionantes. Mi empresa había crecido más rápido de lo que había anticipado.
—Estas proyecciones parecen sólidas —dije, levantando la mirada hacia Quentin—. Has hecho un excelente trabajo optimizando nuestra cadena de suministro.
Quentin, un hombre delgado con ojos astutos y cabello entrecano, asintió.
—Gracias, Sra. Shaw. También he identificado tres posibles socios de producción en Milán que podrían reducir nuestros costos de fabricación en un dieciocho por ciento.
Tomé nota en mi tableta.
—Programa reuniones con ellos el próximo mes cuando esté allí para la Semana de la Moda.
Un golpe nos interrumpió. Cherry, mi asistente, asomó la cabeza, con expresión tensa.
—Lamento interrumpir, Sra. Shaw, pero su madrastra está aquí. Exige verla inmediatamente.