Un Favor Retorcido

Entré a zancadas en la habitación del hospital de Alistair con una nueva confianza. Los papeles del divorcio estaban guardados de forma segura en mi bolso, su peso un recordatorio de mi propósito. Alistair estaba sentado en la cama, desplazándose por su teléfono. Su complexión había mejorado, y la palidez enfermiza estaba desapareciendo de su rostro. Cuando me vio, la sorpresa destelló en sus ojos.

—Hazel —mi nombre salió de sus labios con una familiaridad practicada—. No esperaba verte de nuevo tan pronto.

—Considera esto mi última visita de cortesía. —Mantuve mi distancia, de pie al pie de su cama en lugar de tomar la silla a su lado—. Quería dejar algo claro.

Dejó su teléfono, prestándome toda su atención.

—Te escucho.

—La mujer que lloraría por ti, que sacrificaría todo por ti sin cuestionar—se ha ido. —Mi voz era firme, mi mirada inquebrantable—. He renacido de las cenizas de lo que me hiciste.

La mandíbula de Alistair se tensó.

—Siempre tan dramática.