Dulces Ilusiones y Astutos Negocios

—Puedo llevarte a la celebración del aniversario de la universidad —ofreció Sebastián mientras estábamos fuera de mi edificio. La luz de la calle proyectaba sombras sobre su rostro, resaltando su perfecta línea de mandíbula.

Parpadeé sorprendida.

—¿No te importa?

—En absoluto —su sonrisa era sutil pero genuina—. Mi coche tiene acceso especial al campus. No tendrás que caminar desde los estacionamientos públicos.

La oferta era tentadora. Me imaginé llegando juntos, atrayendo miradas. Pero la realidad rápidamente se interpuso. Sebastián estaría rodeado por profesores y ex alumnos en el momento en que llegáramos.

—Es muy amable de tu parte —dije—. Pero, ¿podrías dejarme temprano? ¿Antes de que comience la recepción oficial?

Sebastián arqueó una ceja.

—¿Evitando algo?

—A alguien —admití—. Mis ex profesores me interrogarán sobre mi carrera mientras fingen que no predijeron que fracasaría.

Él se rio, un sonido que me reconfortó a pesar del fresco aire nocturno.