El punto de vista de Hazel
Casi dejé caer la taza de té cuando Sebastián aceptó quedarse. Su repentino cambio de frialdad distante a aceptación me tomó completamente por sorpresa.
—Claro —dijo, su voz profunda cortando el silencio incómodo—. Un té estaría bien.
Me ocupé con la tetera, agradecida por tener algo que hacer con mis manos. Mi mente corría confundida. ¿Qué había cambiado en los últimos treinta segundos?
—Tengo Earl Grey o manzanilla —ofrecí, manteniendo mi voz firme a pesar de mi corazón acelerado.
—Earl Grey está bien.
El estudio se sentía más pequeño con él allí de pie, su alta figura dominando el espacio. Vertí agua caliente en dos tazas, observando cómo el té se infusionaba mientras buscaba desesperadamente temas de conversación.
—¿Está tu hermana emocionada por la prueba del vestido la próxima semana? —pregunté, aferrándome al primer tema profesional que me vino a la mente.