Una Acusación Pública, Un Salvador Inesperado

## El punto de vista de Hazel

Los escalones del juzgado brillaban bajo el sol del mediodía mientras me desplazaba en mi silla de ruedas hacia afuera, con los papeles del divorcio guardados de forma segura en mi bolso. La libertad sabía dulce, como la primera bocanada de aire después de casi ahogarse.

—¡Es oficial! —exclamó Vera, prácticamente saltando a mi lado—. ¡Por fin estás libre de ese bastardo manipulador!

Cherry, mi asistente convertida en amiga, asintió con entusiasmo.

—Esto merece champán. Del caro.

Sonreí, permitiéndome sentir cómo el peso se levantaba de mis hombros.

—No puedo creer que finalmente haya terminado.

Por primera vez en meses, me sentía ligera. El divorcio se había finalizado sin que Alistair intentara ningún retraso o manipulación de último minuto. Richard me había asegurado que los documentos eran inapelables: Alistair no podría tocar las acciones de mi empresa ni impugnar nuestro acuerdo.