Un Cielo Lleno de Promesas

## El punto de vista de Hazel

No podía moverme. No podía hablar. Las lágrimas no dejaban de caer mientras miraba el rostro ansioso de Sebastián, y luego volvía a mirar al cielo donde nuestra historia brillaba contra la oscuridad.

—¿Hazel? —la voz de Sebastián era suave, preocupada.

Mis manos temblaban. ¿Cómo podría responder a un gesto tan grandioso, tan absolutamente abrumador? La pregunta flotaba en el aire entre nosotros, escrita en los cielos para que toda Nueva York la viera.

—Yo... —mi voz se quebró.

Sebastián se acercó, limpiando cuidadosamente mis lágrimas con su pulgar—. ¿Demasiado?

Su contacto me anclaba cuando sentía que podría flotar lejos. Negué con la cabeza, tratando de encontrar mi voz de nuevo.

—Es perfecto —susurré—. Solo... mucho que procesar.

El alivio inundó sus facciones. Sus hombros se relajaron, y la arruga preocupada entre sus cejas se suavizó.