Una visita no programada y lo que se le debe a un novio

## El punto de vista de Hazel

—Realmente no tenías que enviar ese dinero —dije, sosteniendo mi teléfono contra mi oreja mientras clasificaba muestras de tela en mi escritorio.

Sebastián se rio al otro lado.

—Diez mil yuanes no son nada comparado con verte sonreír.

—Fueron veinte dólares, Sebastián. No diez mil yuanes.

—Tipos de cambio, inflación, impuesto de novio —respondió con suavidad—. Todo suma.

Puse los ojos en blanco a pesar de la sonrisa que tiraba de mis labios. Solo llevábamos saliendo oficialmente unas pocas semanas, pero la generosidad de Sebastián seguía siendo abrumadora.

—¿Estás trabajando durante las vacaciones de Año Nuevo? —pregunté, cambiando de tema.

Su suspiro crepitó a través del teléfono.

—Desafortunadamente. Algunos problemas con nuestros proveedores del sudeste asiático. Nada que no pueda manejar.

La culpa me pinchó. Mientras yo jugaba a las cartas con Vera, Sebastián estaba gestionando su imperio.

—Lo siento. Eso debe ser agotador.