## El punto de vista de Hazel
Sebastián se encargó de limpiar después del desayuno con sorprendente eficiencia. Lo observé moverse por mi pequeña cocina, su costoso reloj reflejando la luz de la mañana mientras enjuagaba nuestros platos.
—Me estás mirando —dijo sin darse la vuelta.
—Solo intento entender cómo alguien que probablemente tiene un equipo de amas de llaves sabe cargar un lavavajillas.
Me miró por encima del hombro con media sonrisa. —Contrario a la creencia popular, no siempre fui rico.
Eso despertó mi curiosidad. —¿En serio? Pensé que los Sinclairs eran de dinero antiguo.
—Lo son. Pero yo no siempre fui un Sinclair. —Cerró la puerta del lavavajillas con un suave clic—. Historia para otro momento.
Antes de que pudiera insistir, revisó su reloj. —Deberíamos irnos. No quiero que llegues tarde.
—Puedo conducir yo misma —dije automáticamente.
Sebastián se secó las manos con un paño de cocina. —Ya estoy aquí. Tiene más sentido que yo te lleve.