Capítulo 48 - El Aroma a Coco de una Fugitiva

Me apreté en el estrecho espacio entre la encimera de la cocina y la pequeña mesa del comedor en la autocaravana de Sera, con el corazón acelerado. Los golpes agresivos en la puerta continuaban, cada golpe me hacía estremecer.

—Es Julian —susurré, con voz temblorosa—. Me ha encontrado.

Sera arqueó una ceja, pareciendo completamente imperturbable mientras tomaba un sorbo lento de su té.

—La paciencia es una virtud que pocos poseen estos días.

Los golpes se hicieron más fuertes, más insistentes. Agarré mi lata de refresco con los nudillos blancos, observando a Sera dejar su taza con una calma enloquecedora.

—¿No vas a responder? —siseé.

—Cuando esté lista —respondió encogiéndose de hombros—. No antes.

Otra ronda de golpes sacudió las delgadas paredes. Mis nervios estaban destrozados, cada escenario que pasaba por mi mente era peor que el anterior. ¿Cómo me había encontrado Julian? ¿Qué haría? El recuerdo de sus dedos alrededor de mi garganta me hizo estremecer.