Capítulo 52 - Una Ofrenda de Paz de Arándanos

Me desperté con el sonido de pelo siendo succionado por una aspiradora.

El ruido fue tan inesperado que por un momento pensé que seguía soñando. Pero cuando entreabrí un ojo, encontré una escena tan extraña que solo podía ser real: Sera, empuñando una pequeña aspiradora de mano, perseguía a Lykos por la estrecha caravana. Su enorme forma negra estaba encogida bajo la diminuta mesa del comedor, gimoteando patéticamente.

—¿Qué estás haciendo? —croé, con la voz aún espesa por el sueño.

Sera se volvió hacia mí, con la aspiradora aún funcionando.

—Esta bestia suelta pelo como si fuera su trabajo. ¡Mira mis suelos!

Efectivamente, pelo negro cubría casi todas las superficies. Lykos me dirigió una mirada suplicante que parecía decir: «Sálvame de esta mujer loca».

—No es una mascota doméstica —señalé, incorporándome y pasando las manos por mi enmarañado cabello.